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Creer no es suficiente



Creer no es suficiente 

Cierta carta abierta firmada por líderes católicos, luteranos, islámicos, bautistas, anglicanos, y ortodoxos griegos comienza con la siguiente frase:
"Creemos que Dios creó a cada persona hombre o mujer". 

Y es a partir de este comienzo que, paradójicamente, todo termina.

Así es estimado lector. Todo termina. 
Porque, aunque leamos la declaración completa, esta carece de fundamento.

Vivimos en los albores de una nueva era, caracterizada por la comprobación, a diferencia de las previas cuyo tanteo en la oscuridad de la ignorancia, tantas veces impuesta, proveyó bastante dolor, persecución, confusión, decepciones, e incluso muertes.

Esgrimir un planteamiento desde el "creemos", carece de todo sustento.
Y precisamente fundamentar es proveer de veracidad cualquier postulado. Hacerlo universalmente entendible, comprobable y aplicable. 

Si Dios existe o no existe, a estas alturas, es poco relevante, ya que la tarea es nuestra.
Si acaso la entidad superior pervive en algún sitio del universo (según sostiene todo clérigo, credo, doctrina y dogma) esta nos legó el derecho máximo, que es el derecho a elegir, es decir, el libre albedrío, gracias al cual usted puede hacer lo que le venga en gana, desde compartir sus bienes hasta tomar un arma y disparar a discreción. 
Ninguna fuerza sobrenatural se lo va a impedir, nunca lo ha hecho, y jamás lo hará, porque hacerlo sería ir en contra de esa misma ley que dicha supuesta entidad otorgó a todos y cada uno.
De manera que elevar un planteamiento sobre la base de la existencia de lo incomprobable carece de sentido desde el vamos.

En rigor, deberíamos entender que estos tiempos exigen el final de cualquier empoderamiento con bases en la doxa (opinión). 
La sociedad humana más que nunca debería enfocarse en desplazar de los círculos de poder a cualquier entidad que promulgue postulados sin sustento.

Los grupos religiosos, por más que le pese a más de uno, entran en esa categoría. De hecho, se unen en pos de este asunto puntual, pero siguen desunidos en tantísimos otros, donde se contradicen, se rechazan mutuamente, apropiados cada uno de la "verdad", sin que ninguno pueda comprobar un céntimo de sus doctrinas tanto enroscadas, manipuladoras, como insostenibles.

Creer es un derecho de cada uno. Cada quien es libre de dejarse llevar por el pensamiento que le plazca hasta donde la imaginación se lo permita. Inclusos se es libre de pensar que gracias a tal o cual santo, dios, ente, o fuerza se ha obtenido algún beneficio. 
El imaginario humano ilimitado permite creer cualquier cosa. Y de hecho la multiplicidad lo demuestra. 
Pero establecer una creencia como base de un ordenamiento social universal, no sólo constituye un engaño, sino un peligro de dimensiones nefastas, como la historia misma lo ha revelado.


Dafne Muschnik

Martes 09 de Enero, 2018 (10:20hs)


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