Ir al contenido principal

Romper el hielo


Romper el hielo 

A dos años de acabar la segunda década del milenio, percibimos que nos toca transitar una época de deshielo. 
Y nuestra tarea auto impuesta, casi sin pretenderlo, es el arduo trabajo pico en mano. Porque son nuestras manos, nuestros brazos, nuestras voces, nuestro caparazón experto, visible, controversial, los que se aprestan a la labor.

Abrirnos paso en la helada llanura de los conceptos establecidos conlleva una larga lista de situaciones no deseables. Cada vez que salimos a la calle hendimos con nuestro ser la superficie finamente pulida y endurecida por décadas, por siglos de acondicionamiento social. 
Y con cara y cuerpo expuest@s recibimos los embates típicos de quienes se enfrentan a la adversidad. Nuestros picos rebotan sobre la rigidez de la superficie.
Impenetrable. Dura. Congelada.
Anquilosada a metros de profundidad en los oscuros estratos de antiguos mandatos inexorables.

Nos vemos en la obligación una y otra vez de explicar. De explicarnos.
Como predicador@s de un evangelio apócrifo…misionamos. 

Oímos, escuchamos, soportamos e intentamos enseñar. 
Enseñar lo oculto.
Lo prohibido. Lo vergonzoso. Lo real. Lo de hoy. Lo de ayer. Y lo de siempre.

Volvemos a poner la cara y ante el bofetón, sin mediar ningún Cristo, pero en línea con aquellas enseñanzas, otorgamos más de una vez la otra mejilla. 
Afortunadamente, estos actos de punta de lanza se han dado en tiempos de unión cibernética. Una especie de sinergia global nos enlaza a todos, todas, todes, o como quieran pronunciarse las palabras que identifican nuestro signo. 
El mundo conectado nos presenta ante millones de ojos expectantes donde nuestras vidas, nuestras experiencias y emociones salen a la luz, atravesando el dintel de cada pantalla.

Y es ahí donde la soledad pareciera desvanecer. Nuestras realidades, en clave digital, expresadas en tantísimos idiomas, en tantísimas culturas y reflejadas en vivencias tan similares que nos produce escalofríos pensar cuánto nos une. 
A pesar de lo cual, nos disolvemos en la marejada mundial de cotidianeidades en bloque. Bloques prefabricados. Y volvemos a la necesidad de perforarlos, de atravesarlos y quebrar su consistencia rígida e impermeable.
En albor de una era naciente, de reclamos, de libertades, de luchas, de logros, y de no más concesiones, esa multiplicidad de voces re piensan el mundo y derraman experiencias sobre quienes, desde el centro, han preferido mantenerse al margen.

Y nosotr@s, etern@s habitantes de la marginalidad, comenzamos a iluminar esas áreas densas. 
Descorremos cortinados y a la luz nos presentamos en el centro de la escena, como nuevos actores de un nuevo cuadro donde representaremos los pocos segundos de vida genuina, desvanecidos en una eternidad inevitable, con la certeza, sí es que de algo la hay, de haber avanzado, aunque más no sea, una corta, pero invaluable distancia.

Dafne Muschnik

Miércoles 06, Junio 2018 

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Una exquisita "melange"

Una exquisita melange Si algo le debemos, quienes nos enrolamos en las filas del librepensamiento, a los señores Gates, Jobs y demás "popes" de la informática, sin duda es ese arsenal de medios de difusión, gracias a los cuales nuestras ideas se sirven como plato principal, en la mesa, o escritorio, de algún otro paladar apetitoso de libertades. Esas mentes subversivas. Atrevidas. Hijas de lo indecoroso, impúdicas...exquisitas.   Y ya que tanta red social, tanta comunicación a vuelo de zócalo no hace más que proveer la dosis diaria de Soma, los contracorrientes estamos de parabienes, camuflados entre blogs, publicaciones de "segmentos", vídeos y demás artilugios del "media business" donde nuestro vuelo, en contraposición, es como el del cóndor, alto...muy alto.   Y si hablamos de libertades, cabe recordar cuándo habrá sido la última vez que le preguntamos a la almohada si ya no estábamos grandes para tal o cual asunto. Desde que al poeta

Replantearse el género...replantearse la existencia

Replantearse el género...replantearse la existencia Tórrida tarde de verano y yo al abrigo del calor obsceno dentro del banco, en uno de esos asientos nuevos, modernos, coloridos y también incómodos, al amparo del aire acondicionado esperando mi turno ticket en mano, y leyendo la edición especial de enero de National Geographics, que pensé llevar en caso que hubiera que matar el tiempo. La particularidad de la publicación es que en su totalidad aborda el tema de género. Un asunto en boga en estos últimos tiempos.  Hojeando vi el título de una nota: "Replantearse el género" e inmediatamente alce la vista para ver cuánto faltaba para que me atiendan cuando, como rayo, cruzo mi pensamiento la idea: "replantearse la existencia".  Y es eso, replantearse el género en definitiva no es otra cosa sino replantearse la existencia misma. Es reconfigurar el disco rígido interno, blanquearlo, formatearlo y comenzar de nuevo. De cero.  Y por qué no?  Ante

¿Por dónde pasa la vida?

  ¿Por dónde pasa la vida?   Interiorizarse en el mundo trans, al igual que en otras tantas temáticas, es abrir un portal hacia un universo desconocido por el grueso de la sociedad.  Apenas una punta de iceberg se hace visible, y esta punta no siempre suele representar con claridad, precisión, verosimilitud, y justicia, la realidad que constituye el día a día de quienes recorren el camino de la transición hacia la transformación.  No hay edad, etnia, cultura, estrato social y demás variables socio culturales que no se halle atravesada por esta cuestión de transformación. Puntualmente de transformación sexo genérica, entendiendo que estos dos términos aluden a dos condiciones diferentes que, en muchos casos están aunadas en un mismo individuo, pero que en otros casos no.  Si se entera que su hijo o hija tiene una enfermedad incurable, ¿por dónde pasa la vida? Al fallecer un ser querido, y sentir ese vacío irreemplazable, ¿por dónde pasa la vida?  Si se queda sin su fuente