Lo Simple
Desde pequeños y paso a paso todos hemos ido palpando en
carne y alma, que en esto de vivir, la melodía suele desafinar, a medida que se
nos suman días, meses y años.
Y como de los sinsabores ningún paladar escapa, uno va
tomando conciencia de que el acertadamente llamado "arte de vivir",
exige el conocimiento y desarrollo de una serie de virtudes sin las cuales el
panorama puede aún ser menos llevadero.
Templanza, paciencia, discreción, son apenas un atisbo de la
colección de atributos indispensables del buen vivir.
Y que sucede cuando el dedo del Destino dobla la apuesta? Es
decir, que pasa cuando lo simple, aquello indispensablemente simple se
transforma en un verdadero escollo?
Una cierta mayoría no se percata, por ejemplo, de las rampas
de acceso para sillas de rueda. O acaso cuantas esquinas con semáforos sonoros
recordamos?
Lo dado por sentado para muchos, resulta fruto del árbol de
la indiferencia para otros tantos.
Y como nos hemos, o nos han acostumbrado a que las cosas
suelen dividirse en blanco y negro, no estamos ejercitados en pensar escalas
intermedias.
Y si a esta escala limitada de posibilidades la potenciamos
con la bajada de la "palabra divina" que claramente ha sentenciado
que Dios nos quiere de un bando o de otro, y que bajo ningún punto de vista
tolera a los tibios, esa gama de grises que componen el ingente número de
mortales, se encuentra en el limbo del olvido. O lo que es peor, bajo el
perpetuo cuestionamiento.
Eso le sucede a mucha gente cuando estando en el cine, y
volvemos con otro ejemplo, quiere ir al baño.
Hay sólo dos carteles, y
nadie siquiera piensa en que también están los otros, y las otras. Esas
personas en transición o esas personas ya transitadas, que por alguna mirada
desconfianda son sospechados/as de no pertenecer al club de los extremos donde
sólo los "colores saturados" cuentan, ya que lo demás no existe...
En un restaurante de Alemania, su propietario coloco un
cartel con tres dibujos alusivos a tres posibilidades de género, y una frase
aclarando que, en su local, no se hace acepción de personas.
Probablemente habrá algún otro valiente, pero no pasan
de meras excepciones. Al menos por ahora.
Seguramente abordar esta cuestión tan pero tan simple como
controversial, y a la vez tan necesaria, constituirá un verdadero desafío, por
no decir dolor de cabeza para políticos, legistas, educadores, y público en
general, en cuanto al deber de otorgar el merecido espacio de igualdad que,
propio de una civilización que se precie como tal, es obvio que nos corresponde
a tod@s.
Dafne Muschnik
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