Replantearse el género...replantearse la existencia
Tórrida tarde de verano y yo al abrigo del calor obsceno dentro del banco, en uno de esos asientos nuevos, modernos, coloridos y también incómodos, al amparo del aire acondicionado esperando mi turno ticket en mano, y leyendo la edición especial de enero de National Geographics, que pensé llevar en caso que hubiera que matar el tiempo.
La particularidad de la publicación es que en su totalidad aborda el
tema de género. Un asunto en boga en estos últimos tiempos.
Hojeando vi el título de una nota: "Replantearse el género" e
inmediatamente alce la vista para ver cuánto faltaba para que me atiendan
cuando, como rayo, cruzo mi pensamiento la idea: "replantearse la
existencia".
Y es eso, replantearse el género en definitiva no es otra cosa sino
replantearse la existencia misma. Es reconfigurar el disco rígido interno,
blanquearlo, formatearlo y comenzar de nuevo. De cero.
Y por qué no?
Ante la amenaza de semejante determinación el entorno inevitablemente cuestiona
el por qué, cuestiona el sentido de semejante idea rayana en la aberración. ¿A
quien se le ocurriría replantearse el género?!!!
Las coordenadas del mundo convencional indican que ese sitio no existe.
Sin embargo, el mundo ficcional es mucho más real de lo que el ala
conservadora imagina.
En los albores del tercer milenio, somos protagonistas de una sociedad
conectada mundialmente por la tecnología de las comunicaciones, una sociedad
que comparte todo a través de las redes, y se unifica, en la unión de
semejanzas.
Una especie de sinergia mundial. De alianzas. De confidencias
cámara en mano. De atrevimientos. De permisos. De intimidades al
descubierto.
Qué impide el hecho de querer ser quien uno decida ser?
Al margen de ciertas culturas, en el mundo occidentalizado por el eje
del capitalismo pseudo demócrata, cada quien es “libre” de elegir qué estudiar, qué hacer, a qué
dedicarse, qué profesión abordar, etc.
Y como adhesión, este nuevo tiempo moderno ahora nos ofrecer la
totalidad del paquete "ser". Elegir quién ser ya no es una mera
cuestión de actividades profesionales o rígidos roles pre establecidos.
No.
Qué sucede si hallamos que muchos eligen ser otra persona?
Así es. Ser otro. Pero siendo ese otro alguien que incluso trasciende su
identidad genérica otorgada al nacer.
Él ya no es más él. Es ella.
Y ella ya no es más ella. Es él.
Pero si esto es más viejo que Matusalem!
Claro! Si!
Pero siempre bajo el cristal de lo patológico, de lo pecaminoso, de lo
"non sancto", de lo marginal. De lo rechazado abiertamente desde todo
texto sagrado puntero de la opinión pública.
Y es justamente en este punto del mapa social donde la cultura ha dado
un giro.
Una especie de viraje paulatino desde la perspectiva del rechazo hacia
la de la aceptación.
Y por qué es esto así?
Porque mucha más humanidad de la que se hubiera imaginado cualquier hijo
de vecino hasta hace apenas poco tiempo, vibra en esta frecuencia del cambio
total. Esta búsqueda del yo que supera la convencionalidad de la regla.
- Que quéres ser cuando seas grande Laura? ...y ante la multiplicidad de
posibilidades, cae como granizo la respuesta:
- Quiero ser varón.
Y la apertura mental de mano de la ciencia, esta vez sí, opera la
ficción. La materializa.
Y al observar semejante cambio el individuo gana la posibilidad de
replantar su vida, replantearse la existencia que el azar cromosomático dictó.
Y a despecho de la naturaleza misma, torcer, o enderezar el sendero de
la propia vida y otorgarse el derecho de, ya en el más amplio de los sentidos,
y libre de fronteras y paradigmas, decidir quién ser.
Dafne Muschnik
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